jueves, 22 de septiembre de 2022

La venta.

 Cuando uno estudiaba (si, antes se estudiaba. Y se aprendían cosas), siempre pintaban la sociedad dividida entre gente rica, que tenía los recursos que daban trabajo a la gente pobre. Claro que también estaban entre medias quienes gestionaban esos recursos. Toda la vida. Dado que tengo la costumbre de escribir sobre cosas que pienso y que recuerdo o me suenan, diré que no recuerdo cuando ni porqué (puede que fuera en EEUU cuando se independizaron allá por el siglo XVIII) se empezó a juntar la gente en parlamentos.

Teóricamente, los que sabían eran los ricos porque podían pagarse la educación. Esa fue la razón por la que me llamó la atención el que hubiera gente de toda clase. Imaginé que así estaban representadas todas clases sociales. Y también entendí porqué a la derecha se le llama derecha y a la izquierda, izquierda. Y lo que, al menos en aquella época, significaba estar en un lado o en otro. Lo que siempre me quedó dando vueltas fue el hecho de que había más gente que no pertenecía a la que se sentaba a la izquierda ni a la que se sentaba a la derecha.

Se asoció a la derecha con la clase poderosa, la del dinero, la dueña de los bancos y las empresas en las que trabajaban los que se sentaban a la izquierda. No sé si en la derecha estaban todos o nada más que unos representantes igual que pasaba con los de la izquierda. me pierdo con los del centro en los que puedo meter a los maestros, médicos y demás autónomos que se les llamaría ahora. Pero lo desconozco así que de ello no escribiré.

Pues el caso es que la gente que se sentaba a la izquierda se dedicaba a defender a los trabajadores. Eran los pobres, los que vivían en las afueras de la ciudad en lo que ahora son barrios de la misma pero antes eran pueblos, los que apenas pasaban tiempo con sus familias ya que el tiempo se les iba entre el trayecto de ida y vuelta al trabajo y lo que estaban allí, los que casi no podían ir al médico, ...

Pero veo que todo ha ido cambiando. Está claro que no todos los cambios salen bien pero lo importante es el querer cambiar, intentar cambiar y conseguir cambiar. ¿Y qué significa ésto? Pues nada. Me apetecía ponerlo. Quise cambiar la marcha del artículo, intenté cambiarlo y lo conseguí. Pues éso, nada.

También, referente a los nombres de los grupos, digo yo que es por entrar por sitios diferentes. No lo sé. Pero lo que sí que sé, y donde entra bien lo del cambio (ahora sí tiene sentido), es que la gente que se sentaba en un lado, podría tranquilamente o enfadadamente cambiar de sitio por ganar o perder, de una manera o de otra, lo que fuera. Obreros ricos o empresarios y empresarios que tenían que obrerar para vivir.

Bien, pues el título del artículo viene respecto a este párrafo último. Vender el asiento. ¿Porqué? Buena pregunta. Nadie lo sabe. Todo consiste en cambiar de color o recolocar alguna idea. El caso es seguir sentado. No importa el color ni lo que se cambie (situación del sillón y/u opinión). Pero lo que interesa es que a uno se le vea o se hable de él.

Sé que es algo que pasa en todas partes pero que si se publica en este blog es que tira hacia un lado y para temas que no importan mucho a unos o/y a otros.

Puede que las cosas se piensen. Por ejemplo pensar en vender cuándo, cómo y dónde. Aparte de cuánto, claro. Incluso pensar el qué y el porqué. Claro que igual quien firma no es quien piensa porque no sabe. Pero así va todo. Por desgracia.

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